lunes, 27 de abril de 2009

Sarcopenia y Ejercicio: Mecanismos, Interacciones y Aplicación de los Hallazgos más Recientes

La Sarcopenia es una condición multifactorial que resulta en una pérdida progresiva y asociada con la edad, del tamaño y la fuerza muscular. En general, la Sarcopenia puede resultar de la reducción o a la estimulación del sistema nervioso central o a las hormonas anabólicas. Si bien parte de la pérdida de tejido muscular es una consecuencia normal del envejecimiento, el entrenamiento con sobrecarga puede atenuar gran parte de esta pérdida.


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Palabras Clave: sarcopenia, adultos mayores, síntesis de proteínas musculares, ejercicio excéntrico, potencia muscular.

INTRODUCCION

Los importantes avances en el campo de la ciencia y la medicina producidos en el último siglo han extendido la expectativa de vida de los humanos reduciendo la incidencia de enfermedades contagiosas. En el pasado, condiciones agudas tales como la enfermedad reumática del corazón, la tuberculosis, la poliomielitis y la tos convulsa, eran amenazas para la supervivencia. Afortunadamente, debido al desarrollo de los antibióticos e inmunizantes, estas enfermedades ya no representan una amenaza significativa. Durante el siglo pasado, las enfermedades han cambiado de estar asociadas con el ambiente a estar asociadas con el estilo de vida.

Los avances en la tecnología han reducido la cantidad de actividad física requerida para realizar actividades de la vida cotidiana. Una de las muchas condiciones que se cree está asociada con la reducción de la actividad física es la sarcopenia. En 1989, Rosenberg acuñó el término “sarcopenia” para referirse a la pérdida de masa muscular que se produce con el envejecimiento (19). El nombre sarcopenia proviene del griego “sarco” por carne y “penia” por pérdida. Si bien, la pérdida de tejido muscular es una consecuencia normal del envejecimiento, la reducción en la actividad física puede acelerar esta pérdida (4, 9, 17, 18, 22, 25). Con la reducción de la masa muscular, se produce una pérdida funcional que deriva en inmovilidad, caídas y potencialmente en la muerte (16). El principio de reversibilidad (“se utiliza o se pierde”) definitivamente se aplica en el contexto de la sarcopenia (9, 18, 19, 22, 25). En el presente artículo se discuten las múltiples causas de la sarcopenia y el impacto que tiene el ejercicio al mediar en estas causas.

SARCOPENIA: DEFINICION Y PREVALENCIA

De acuerdo con Roubenoff (18), no existen normas establecidas para la pérdida de masa muscular con las cuales se pueda diagnosticar la sarcopenia. Sin embargo, los datos disponibles sugieren que una pérdida del 40% de la masa magra es fatal. La sarcopenia es diferente de otras condiciones que resultan en la pérdida de tejido muscular, tales como la cachexia y la emaciación. Roubenoff (17) distinguí entre la emaciación, la cachexia y la sarcopenia. La emaciación se refiere a la perdida no intencional de peso corporal, que incluye a la masa grasa y la masa libre de grasa, y se produce por una ingesta dietaria inadecuada que resulta en un balance energético negativo. La cachexia se refiere a la pérdida de masa libre de grasa, pero con poca o sin pérdida de peso corporal, y se produce por respuestas hormonales inflamatorias que resultan en un incremento de la tasa metabólica y de la degradación de proteínas. Por último, la sarcopenia se refiere específicamente a la pérdida de masa muscular, y es una parte normal del proceso de envejecimiento. En contraste con la sarcopenia, los individuos ancianos pueden sufrir tanto de emaciación como de cachexia como resultado de enfermedades asociadas con el envejecimiento pero no como resultado normal del envejecimiento. La sarcopenia puede compararse con la pérdida de masa ósea que se produce con el envejecimiento. Desafortunadamente, no existen datos normativos para la sarcopenia mientras que si los hay para la osteopenia. Baumgartner et al (4) llevaron el único estudio poblacional acerca de la severidad relativa de la sarcopenia en ancianos. Baumgartner et al (4) midieron la masa muscular apendicular mediante absorciometría dual de rayos X en 833 ancianos hispanos seleccionados aleatoriamente y en hombres y mujeres caucásicos. La sarcopenia se definió como una masa muscular ≥ 2 desviaciones estándar por debajo de la media para sujetos saludables. La prevalencia de sarcopenia mediante esta definición se incrementó desde el 13% al 24% en individuos de entre 65 y 70 años y hasta más del 50% en aquellos mayores a los 80 años de edad. La prevalencia se incrementó tanto en hombres como en mujeres pero en realidad fue mayor en los hombres (58%) que en las mujeres (45%) mayores de 75 años de edad. Estos hallazgos sugieren que la sarcopenia es diferente de la osteopenia en que los hombres se ven afectados en mayor medida que las mujeres. Sin embargo, debido a que las mujeres tienen una mayor expectativa de vida, las mujeres pueden sufrir las consecuencias de la sarcopenia en mayor medida que los hombres. La pérdida de masa muscular puede derivar en la pérdida de fuerza y función física, lo cual es una de las principales preocupaciones entre los individuos ancianos. Baumgartner et al (4) hallaron que las mujeres con sarcopenia tenían una tasa de incapacidad 3.6 veces mayor, y los hombres una tasa de incapacidad 4.1 veces mayor que los sujetos que tenían una masa muscular normal. Los sujetos con sarcopenia tenían una probabilidad significativamente mayor de utilizar bastones o caminadores y una mayor historia de caídas. Estas probabilidades fueron independientes de la edad, raza, obesidad, ingresos económicos, ingesta de alcohol, actividad física, tabaquismo y co-morbidez. Roubenoff (18) propuso que la severidad de la sarcopenia se basa en un bucle de retroalimentación que incluye la actividad física (o inactividad), la masa muscular, la fuerza y la función física. Este bucle de retroalimentación puede tener una dirección positiva (saludable) o negativa (incapacitante). En la dirección positiva, los individuos físicamente activos son capaces de preservar la masa y la fuerza muscular y por lo tanto mantener la función física. En la dirección negativa, la falta de actividad física puede acelerar la pérdida de tejido muscular, lo cual deriva en la pérdida de fuerza y en un mayor esfuerzo para realizar una tarea dada. Cuando una tarea se vuelve incómoda debido al excesivo esfuerzo que se debe hacer para completarla, los sujetos abandonan este tipo de tareas o desarrollan patrones motores menos eficientes, lo cual crea un ciclo progresivo de pérdida muscular, reducción de la fuerza e incapacidad. En general, existe una relación positiva entre la pérdida de masa muscular y la reducción de la fuerza. Estudios transversales han sugerido que la pérdida de tejido muscular se confina mayormente a las fibras tipo II – las fibras de contracción rápida son responsables de los mayores incrementos en la fuerza (18). Si bien tanto la capacidad aeróbica como la fuerza muscular son determinantes importantes de la función física, la pérdida de fuerza muscular puede ser un factor limitante de mayor consideración en los ancianos (13). La capacidad de un individuo anciano para realizar actividades aeróbicas puede verse limitada por la falta de fuerza muscular para soportar su propio peso corporal. En este contexto, la fuerza muscular desempeña un rol indirecto en el mantenimiento de la salud del sistema cardiovascular y un rol directo en la determinación de la capacidad funcional. La comprensión de los mecanismos de la sarcopenia es esencial para determinar cuáles son las estrategias de intervención apropiadas para mantener la masa muscular, la fuerza y la capacidad funcional.

MECANISMOS DE LA SARCOPENIA

La sarcopenia es probablemente una condición multifactorial con un amplio rango de posibles causas. En general, la sarcopenia puede resultar de la reducción o la resistencia a la estimulación del sistema nervioso central y de las hormonas anabólicas. En esta sección se discutirán los mecanismos propuestos para la sarcopenia en tres secciones generales que incluyen los factores principales, los factores hormonales y los factores metabólicos.

Factores Neuromusculares

Una de las principales causas de la sarcopenia es la pérdida de la aferencia neural hacia los músculos. La pérdida de neuronas es un proceso continuo que se produce durante la vida y actualmente se lo considera irreversible. Los adultos mayores tienen unidades motoras más grandes que los adultos jóvenes. Con la pérdida de unidades motoras, las unidades motoras sobrevivientes intentan compensar esta pérdida “adoptando” fibras musculares (7). La pérdida de unidades motoras resulta en la atrofia muscular y en la reducción de la fuerza. Lexell et al (15) estudiaron el músculo vasto lateral de 43 cadáveres masculinos de entre 15 y 83 años de edad y hallaron que entre los 20 y los 80 años hay una reducción del 50% en el número total de fibras. En base a las mediciones del área de sección cruzada, se determinó que hay una pérdida selectiva de fibras musculares tipo II en comparación con las fibras tipo I. Trappe et al (23) en un estudio longitudinal de 20 años llevado a cabo con corredores de fondo, hallaron que la proporción relativamente mayor de fibras tipo I que se producía con el envejecimiento era independiente de la realización rigurosa de ejercicios de resistencia. Aun no se conoce que rol cumplen el entrenamiento con sobrecarga, los niveles hormonales o los factores genéticos para preservar el número de unidades motoras en los ancianos. El rol del entrenamiento con sobrecarga podría ser la mejora de la función de las unidades motoras sobrevivientes. Frontera et al (8) observaron que 12 semanas de entrenamiento con sobrecarga en ancianos resultó en un incremento de la fuerza de los extensores de la rodilla del 110% pero que el incremento en el área de sección cruzada del cuádriceps fue de solo el 9%. Esto sugiere que el incremento de la fuerza puedo haber resultado principalmente de adaptaciones a nivel neural, tal como el incremento de la sincronización de las unidades motoras de los grupos musculares agonistas y la reducción de la frecuencia de disparo hacia los grupos musculares antagonistas. Además de la pérdida cuantitativa de tejido muscular con el envejecimiento, también se produce una reducción de la calidad del tejido muscular. La calidad del tejido muscular está representada por la fuerza pico normalizada por el área de sección cruzada muscular. Los tests para la valoración de la función muscular llevados en preparados de músculos aislados han mostrado que la reducción en la calidad del tejido muscular puede deberse diversos cambios estructurales y composicionales. Estos cambios pueden incluir la pérdida desproporcionada de proteínas contráctiles, el incremento del tejido conectivo y el incremento de la grasa intramuscular (22).

Factores Hormonales

Diversas hormonas han mostrado ser reguladores importantes del turnover de proteínas musculares. La presente revisión se enfoca en la testosterona, la hormona de crecimiento (GH) y los factores de crecimiento tipo insulínico 1 (IGF-1). La testosterona tiene un potente efecto anabólico sobre los músculos. Se ha mostrado que medida que avanza la edad de un individuo, los niveles de testosterona sérica y de testosterona libre se reducen. Por ejemplo, van den Beld et al (24) demostraron que entre los 73 y 94 años de edad, se produce una reducción del 3% anual en los niveles de testosterona libre. Esta reducción es acompañada por una pérdida de masa muscular y de fuerza. En las mujeres ancianas, los niveles de testosterona también se reducen, particularmente en los años inmediatos a la menopausia. Tanto los estrógenos como la testosterona pueden inhibir la producción de citoquinas catabólicas, sugiriendo que la pérdida de estas hormonas puede resultar en el catabolismo muscular.

Los estudios revisados por Greenlund y Nair (9) fueron inconsistentes en cuanto a los efectos de la suplementación con testosterona sobre los cambios en la masa muscular. La suplementación con testosterona fue más efectiva cuando se combinaba con el entrenamiento con sobrecarga. Sin embargo, los beneficios de la suplementación con testosterona deben ponderarse frente a los efectos secundarios negativos, entre los cuales se pueden incluir el incremento del hematocrito, el incremento del tamaño de la próstata, y el establecimiento de un perfil lipídico desfavorable. Actualmente se comprende aun menos cuál es el papel de la deficiencia de GH en el desarrollo de la sarcopenia (19). La secreción de GH desde la pituitaria estimula la secreción periférica de IGF-1 “sistémicos”, lo cual estimula el crecimiento del tejido muscular nuevo (10). Sin embargo, se sabe que la producción de GH es menor en individuos obesos. Por lo tanto, la masa grasa puede ser un factor de confusión respecto de la relación entre la reducción de los niveles de GH y la sarcopenia. Por ejemplo, Roubenoff et al (20) hallaron una relación inversa (r = - 0.67) entre la concentración sérica de leptina (un marcador de la adiposidad corporal) y la producción de GH en mujeres post menopáusicas. Similarmente a la testosterona, los estudios que han examinado los efectos de la suplementación con GH sobre los cambios en la masa muscular han sido inconsistentes. Muchas de las técnicas utilizadas para medir la masa muscular, tal como el pesaje hidrostático, no distinguen entre la retención de agua y el crecimiento del tejido magro, lo cual hace que la determinación de la efectividad de la suplementación con GH sea difícil. La suplementación con GH también está asociada con diversos efectos secundarios negativos entre los que se incluyen la retención de fluidos, la compresión del túnel carpiano, y la ginecomastia (9).

En una revisión llevada a cabo por Hameed et al (10) se diferenció entre los IGF-1 “sistémicos” y los IGF-1 “locales”. Como se mencionara previamente, los IGF-1 “sistémicos” se sintetizan en el hígado como consecuencia de la acción de la GH, secretada en la pituitaria anterior. Sin embargo, evidencia reciente sugiere que también se produce la síntesis de IGF-1 en forma “local” en los músculos esqueléticos, independientemente de la acción de la GH. Los IGF-1 producidos “localmente” pueden ser importantes para la hipertrofia muscular a través de la estimulación de las células satélite.

Las células satélites son células musculares sin madurar que se activan en respuesta a la carga mecánica o al daño. Cuando son activadas, las células satélite se funden con las fibras musculares existentes y proveen de núcleos a las fibras que se están hipertrofiando. El entrenamiento con sobrecarga puede estimular la producción de IGF-1 “locales” en los músculos esqueléticos, lo cual puede enlentecer la progresión de la sarcopenia al estimular el crecimiento del tejido muscular nuevo.

Factores Metabólicos

Desde la tercera década de vida y hasta la octava década, hay una reducción aproximada del 15% en la tasa metabólica basal (RMR). Esto se traduce a “quemar” 250 kcal menos cada día. Debido a la reducción asociada con la edad en la actividad física y en la RMR, también se produce una reducción en el gasto energético diario total (26). La reducción en el gasto energético diario total puede derivar en la acumulación de masa grasa, lo cual incrementa el riesgo de enfermedades asociadas a la hipocinesis. Además de la reducción en la actividad física, la reducción en la síntesis de proteínas musculares también puede contribuir a la reducción en la RMR. La investigación ha mostrado que la síntesis de proteínas musculares mixtas se reduce en un 30% con el envejecimiento (9). Sin embargo, parce haber cierta selectividad en la reducción de la síntesis de proteínas musculares. Por ejemplo, Balagopal et al (2), hallaron que la síntesis de cadenas pesadas de miosina se reducía en un 40% en sujetos ancianos y en comparación con sujetos jóvenes, pero que la síntesis de proteínas sarcoplasmáticas se mantenía e incluso se incrementaba. Se ha hallado una correlación positiva entre la síntesis de cadenas pesadas de miosina y la fuerza muscular, lo cual sugiere que la función contráctil es determinada, al menos parcialmente, por la capacidad de producir las proteínas necesarias.

Una de las razones de la reducción en la síntesis de proteínas es la reducción en la abundancia de ARNm, el material genético que permite la traducción de las proteínas musculares. Balagopal et al (3) mostraron que los niveles de ARNm para las cadenas pesadas de miosina (MHC) se reducían significativamente con el envejecimiento. Se ha hipotetizado que esta reducción se debe a defectos en la transcripción o previos a la transcripción o a la inestabilidad del ARNm. Estos cambios pueden explicar la reducción en la síntesis de MHC así como también la atrofia preferencial de las fibras musculares tipo II que se produce con el envejecimiento.

INTERACCION ENTRE EL EJERCICIO Y LA SARCOPENIA

Hay cierta dificultad para determinar cuál es la magnitud de la reducción en el tamaño y la fuerza muscular que se debe a la inactividad física y cuál es la magnitud de la reducción que se debe a la proceso de envejecimiento per se. Sin embargo, es claro que el mantenimiento de un patrón regular de ejercicio ayuda a mantener la masa y la fuerza muscular. En esta sección se discutirán los estudios que han demostrado los efectos positivos del ejercicio para contrarrestar los efectos de la sarcopenia asociados con el envejecimiento. Schulte y Yarasheski (21) resumieron 3 estudios que examinaron los efectos del entrenamiento con sobrecarga a corto y largo plazo sobre la fuerza, la tasa de síntesis de proteínas musculares y la expresión de genes de miostatina. El primer estudio examinó los efectos de un programa de entrenamiento con sobrecarga de dos semanas de duración sobre la síntesis de proteínas contráctiles en hombres y mujeres jóvenes (23 a 32 años de edad) versus hombres y mujeres ancianos (78 a 84 años de edad). Los participantes ancianos no fueron considerados físicamente frágiles, en base a los resultados de un test de rendimiento físico. Los sujetos realizaron 2-3 series de 8-12 repeticiones a una intensidad del 60-90% de una repetición máxima (1RM) en ocho ejercicios para el entrenamiento con sobrecarga. La síntesis de MHC y de proteínas musculares mixtas se valoró utilizando muestras de músculo extraídas del vasto lateral. Los resultados mostraron que, antes del entrenamiento, la síntesis de proteínas mixtas y de MHC era significativamente menor en el grupo de individuos de 78-84 años en comparación con el grupo de 23-32 años de edad. Sin embargo, luego de las dos semanas de entrenamiento, las tasas de proteínas mixtas y de MHC se correlacionaron directamente y se incrementaron similarmente en ambos grupos de sujetos. Este estudio mostró la efectividad del entrenamiento con sobrecarga para estimular el incremento agudo de la síntesis de proteínas musculares.

El segundo estudio examinó los efectos de un programa de entrenamiento con sobrecarga de seis meses de duración sobre la fuerza y la síntesis de proteínas contráctiles en hombres y mujeres físicamente frágiles de entre 76 y 92 años de edad. La fragilidad física fue valorada utilizando un test de función física y un cuestionario. El programa de entrenamiento con sobrecarga fue el mismo que el descrito para el primer estudio mencionado previamente. La valoración de la fuerza muscular se llevó a cabo en un dinamómetro Cybex (Ronkonkoma, NY) y consistió de la medición de la producción del torque isométrico y del torque isocinético de los extensores de la rodilla a 60 grados por segundo. Los resultados mostraron un incremento en la síntesis de proteínas musculares del vasto lateral y un incremento en la producción de torque de los extensores de la rodilla. Los hombres exhibieron un incremento de la fuerza isométrica de un 22% mientras que las mujeres incrementaron significativamente la fuerza isocinética en un 6%. Este estudio mostró que incluso los individuos físicamente frágiles pueden experimentar, en forma segura, los beneficios del entrenamiento con sobrecarga.

El tercer estudio tuvo un diseño transversal en el que se examinaron los niveles séricos de miostatina en tres grupos de diferentes edades que incluyeron hombres y mujeres de 19-35 años, hombres y mujeres de 76-92 años y mujeres de 76-92 años de edad. La miostatina es una proteína que resulta del gen que regula el crecimiento muscular. Se ha observado que altos niveles de miostatina sérica están asociados con la emaciación muscular en pacientes de SIDA. Por lo tanto, los autores hipotetizaron que los ancianos físicamente frágiles con sarcopenia también deben tener altos niveles de miostatina circulante. Los resultados de este estudio demostraron que los niveles de miostatina eran significativamente mayores en el grupo de hombres y mujeres de 60-75 años de edad que en el grupo de hombres y mujeres de 19-35 años. Los niveles de miostatina en el grupo de mujeres de 76-92 años de edad fueron significativamente mayores que los de los otros dos grupos. En general, los niveles séricos de miostatina se correlacionaron inversamente con la masa muscular/talla2 (r = - 0.94). Este estudio sugiere que el gen de la miostatina puede tener un efecto directo sobre la pérdida de masa muscular con el envejecimiento; sin embargo, el mantenimiento de los niveles de actividad física puede reducir gran parte de esta pérdida.

En una revisión llevada a cabo por Vandervoort y Symons (25) se establecieron las reducciones en la fuerza concéntrica, isométrica y excéntrica que se producen con el envejecimiento. Estos autores hallaron que la reducción de la fuerza en diversos grupos musculares era consistentemente menor para las contracciones musculares excéntricas que para las contracciones concéntricas e isométricas. Actualmente no existe una explicación al por qué la fuerza excéntrica no se reduce en la misma magnitud que la fuerza isométrica y concéntrica. Sin embargo, una posible ventaja funcional del ejercicio excéntrico es que, para una carga absoluta dada, la intensidad del esfuerzo muscular y la respuesta cardiovascular asociada es menor. Por lo tanto, aprender a utilizar la aparente ventaja de las contracciones excéntricas puede ser útil para los individuos ancianos que participan en un programa de entrenamiento con sobrecarga. LaStayo et al (14) examinaron los efectos de un programa de entrenamiento con sobrecarga de 11 semanas utilizando contracciones excéntricas versus un programa de entrenamiento con sobrecarga tradicional sobre la fuerza muscular y la reducción del riesgo de caídas en sujetos ancianos físicamente frágiles. Los participantes fueron divididos en dos grupos: un grupo que entrenó con contracciones excéntricas (ECC) y un grupo que llevó a cabo el entrenamiento tradicional (TRAD). El grupo ECC realizó ejercicios para las extremidades inferiores en un cicloergómetro fabricado a medida con un motor de 3 CV que llevaba los pedales hacia atrás. Los sujetos de este grupo intentaban enlentecer el movimiento de los pedales. La intensidad para este grupo se valoró utilizando la escala de Borg y estuvo en el rango de “muy ligero” a “algo duro”. En contraste, el grupo que llevó a cabo el entrenamiento tradicional, realizó tres ejercicios para las extremidades inferiores (prensa de piernas, extensiones de rodilla, y mini sentadilla) utilizando pesos libres y máquinas. La intensidad para este grupo fue medida en términos de repeticiones hasta el agotamiento y estuvo en el rango de las 6 a las 15. Antes y después de ambas intervenciones se valoró el área de sección cruzada de las fibras musculares (biopsia), la fuerza muscular (extensión isométrica de la rodilla), equilibrio (escala de equilibrio de Berg), capacidad para descender una escalera (tiempo), y riesgo de caída (tiempo para levantarse y marchar). Los resultados demostraron que ambos grupos expermientaron un incremento significativo en el área de sección cruzada de las fibras musculares (ECC = 60%; TRAD = 41%). Sin embargo, solo el grupo ECC exhibió mejoras significativas en la fuerza (60%), el equilibrio (7%) y en el tiempo para descender una escalera (21%). El tiempo para levantarse y marchar mejoró en ambos grupos, pero solo el grupo ECC pasó de un alto riesgo a un bajo riesgo de caída.

Además del entrenamiento con sobrecarga que promueve la fuerza excéntrica, el ejercicio con sobrecarga que promueve la potencia muscular puede ser beneficioso para los individuos ancianos. Una alta potencia muscular se evidencia por la capacidad para producir grandes fuerzas en períodos cortos de tiempo. El entrenamiento de la potencia muscular puede ser importante ya que mejora la capacidad reactiva y a su vez reduce el riesgo de caídas. Estudios previos han demostrado la efectividad de los programas de entrenamiento con sobrecarga diseñados para promover la potencia muscular y mejorar la capacidad funcional en ancianos (6, 11). Hruda et al (11) evaluaron la efectividad de un programa de entrenamiento con sobrecarga cuy objetivo era mejorar la potencia muscular en 25 individuos ancianos (edad: 76-94 años). Los sujetos fueron divididos en un grupo que entrenó la potencia (n = 18) y en un grupo control (n = 7). Los sujetos fueron evaluados con los siguientes tests antes y después de 10 semanas de entrenamiento: fuerza y potencia de los extensores de la rodilla, levantarse y marchar 8 pies, levantarse de una silla durante 30 segundos y tiempo para recorrer 6 metros. El grupo que entrenó la potencia realizó ejercicios tanto de pie como en posición de sentados, lo “más rápido posible” para promover la potencia muscular. Los ejercicios que se realizaron en posición de sentado fueron: cruces de piernas, rotación de caderas, rotación de tobillos y levantarse desde la posición de sentado. Los ejercicios que se realizaron en posición de pie fueron: elevación de talones, sentadilla, elevación de piernas y flexión de rodillas. Inicialmente los sujetos realizaron una única serie hasta el agotamiento utilizando como carga solo su propio peso corporal, pero las series de incrementaron gradualmente y se utilizaron bandas elásticas para incrementar la carga. El grupo control mantuvo sus actividades cotidianas normales. Los resultados mostraron que el grupo que entrenó la “potencia” mejoró en un 25 a un 60% las mediciones de la fuerza y la potencia de los extensores de la rodilla, mientras que el grupo control no exhibió mejora alguna. En los tests de rendimiento funcional, el grupo que entrenó la “potencia” exhibió mejoras del 31% en el test de levantarse y marchar, del 66% en el test de levantarse de una silla en 30 segundos y del 33% en el tiempo para recorrer 6 metros. Los cambios en la fuerza y la potencia se correlacionaron con los cambios en el rendimiento funcional. El rendimiento en el test de levantarse y recorrer 8 pies y en el test de recorrer 6 metros se correlacionaron significativamente con la potencia concéntrica promedio. Este estudio demostró que un programa de entrenamiento con sobrecarga en el que se utilice un equipamiento mínimo, puede ser efectivo para mejorar el rendimiento en diversas tareas funcionales que los individuos enfrentan cotidianamente.

PLANIFICACION DEL EJERCICIO PARA INDIVIDUOS CON SARCOPENIA

En las siguientes secciones se discutirán los aspectos prácticos de la prescripción de ejercicios para individuos con sarcopenia.

Entrenamiento con Sobrecarga

El entrenamiento con sobrecarga debería ser el foco de un programa de entrenamiento diseñado para individuos con sarcopenia. Otros modos de ejercicio no proveen la suficiente sobrecarga como para provocar incrementos en el tamaño y la fuerza muscular. La especificidad de un programa de entrenamiento con sobrecarga debería tener en cuenta las limitaciones individuales y la historia previa de ejercicio, especialmente cuando se trabaja con individuos ancianos. Un programa generalizado de entrenamiento con sobrecarga para individuos con sarcopenia puede consistir de 4 sesiones semanales, dos sesiones dedicadas al entrenamiento excéntrico y dos sesiones dedicadas al entrenamiento de la potencia (1, 6, 11, 14). Para el entrenamiento excéntrico, se debería hacer foco en obtener un alto nivel de sobrecarga muscular a través de ejercicios en máquinas. El uso de máquinas es más conveniente cuando se realizan trabajos excéntricos con cargas relativamente altas. Esto se debe a que los profesionales del ejercicio pueden empujar o tirar de la carga durante la fase excéntrica para proveer una carga adicional. Los adultos mayores que no son supervisados por un profesional del ejercicio pueden realizar la fase excéntrica en forma más lenta, lo cual incrementará el esfuerzo muscular debido a la reducción del impulso.

Los ejercicios seleccionados deberían implicar la contracción coordinada de múltiples grupos musculares, tales como la prensa de piernas, los tirones de polea, el press de pecho, el remo y el press de hombros. Sin embargo, el press de hombros debería contraindicarse para los individuos ancianos que exhiban condiciones degenerativas de los músculos del manguito rotador o de las vertebras cervicales y lumbares. En los ejercicios como los mencionados pueden realizarse 1-3 series hasta el agotamiento (sin incluir las series para la entrada en calor), con una carga igual al 80% de 1RM (1, 6, 11, 14). Si los trabajos excéntricos son muy intensos para comenzar, se puede incorporar un trabajo de base progresivo en el que se realicen repeticiones en la forma tradicional con cargas del 60% de 1RM. Para el entrenamiento de la potencia, el foco debe hacerse en los patrones de movimiento funcional con repeticiones realizadas a alta velocidad. Se deberían utilizar pesos libres y poleas que permitan una gran libertad de movimiento, de manera que los ejercicios tengan un patrón de movimiento similar y ejerciendo fuerzas similares a las que se enfrentan los individuos cotidianamente. Los ejercicios utilizados para el entrenamiento de la potencia deberían seleccionarse en base a las actividades que realizan los ejercicios en su vida cotidiana, tal como subir y bajar escaleras, levantarse de una silla, levantar objetos desde el suelo y levantar objetos por encima de su cabeza. Para maximizar la producción de potencia, se puede utilizar una carga ligera de aproximadamente el 30% de 1RM, y las repeticiones deberían realizarse lo más velozmente posible (12). Se pueden realizar hasta 3 series por ejercicio pero se debe cuidar que los sujetos no lleguen al agotamiento. El foco debería hacerse en la técnica y en aprender patrones de movimiento eficientes y potentes.

Ejercicio Aeróbico

Si bien el entrenamiento con sobrecarga debería ser el centro de un programa de ejercicios para individuos con sarcopenia, el ejercicio aeróbico no debería dejarse de lado. El ejercicio aeróbico es beneficioso para regular el metabolismo de las grasas; lo cual disminuye el riesgo de diversas enfermedades cardiovasculares (5). Para mantener el acondicionamiento cardiovascular, se pueden realizar tres sesiones semanales de entrenamiento aeróbico, idealmente en días diferentes a los días que se realiza el entrenamiento con sobrecarga. Debido a que algunos individuos pueden estar consumiendo medicamentos que alteren su frecuencia cardíaca, se puede utilizar el índice de esfuerzo percibido (RPE) para valorar la intensidad del ejercicio. La utilización de la Escala de Borg modificada de 10 puntos, permite que los individuos clasifiquen la intensidad del ejercicio en base a su percepción del esfuerzo. El ejercicio aeróbico debería llevarse a cabo a baja intensidad (4-5 puntos del RPE) y con una duración moderada (i.e., 20-30 minutos) de manera que no interfiera con la recuperación posterior al entrenamiento con sobrecarga.

CONCLUSIONES

La sarcopenia es una condición multifactorial que resulta en una pérdida progresiva, y asociada con la edad, del tamaño y la fuerza muscular. En general, la sarcopenia puede resultar de la reducción o la resistencia a la estimulación del sistema nervioso central y de las hormonas anabólicas. Si bien parte de la pérdida de masa muscular es una consecuencia normal del proceso de envejecimiento, el mantenimiento de los niveles de actividad física puede evitar gran parte de esta pérdida. La investigación ha mostrado que el entrenamiento con sobrecarga es particularmente efectivo para restaurar el tamaño y la fuerza muscular a través del incremento en la síntesis de proteínas musculares y de la sincronización de las unidades motoras. La capacidad para mantener la función física y la independencia se ve mayormente influenciada por la capacidad para mantener altos niveles de fuerza. La prescripción de ejercicios debería tener como objetivo principal el entrenamiento con sobrecarga y como objetivo secundario el entrenamiento aeróbico. Los individuos ancianos han mostrado responder particularmente bien al entrenamiento con sobrecarga excéntrico y al entrenamiento de la potencia muscular.